miércoles, 27 de febrero de 2013

La mujer de mi vida

Finalmente y después de haberme pasado toda la vida dando tumbos en manos de desaprensivos que no sabían cómo tratarme... soportando rutinas interminables, aguantando situaciones inaguantables... viendo cómo me quedaba en un segundo plano, cómo la frialdad y el desprecio me llegaban al corazón... he encontrado a mi pareja perfecta, mi compañera ideal, el amor de mi vida, mi media naranja, mi "contigo hasta la muerte"...
Sí, la he encontrado a ELLA.
La mujer de mi vida, el aire que respiro, el sentido de mi existencia... la que me comprende, me ayuda, me apoya, me completa, me cuida... me vende el Monurol sin receta...
Sí, MI FARMACEUTICA.

Desde que la conozco mi vida ha cambiado. Ya no tengo que pedir cita con un médico de cabecera saturado que la mayor parte de las veces sólo puede atenderme 3 días después de que mis dolores hayan alcanzado un nivel de intensidad que sólo es soportable pasando el día entero en el baño. Ya no tengo que hacer cola en urgencias para que algún advenedizo cansado de atender 40 pacientes en 1 hora me mire con cara de pocos amigos y me pregunte que qué quiero con malos modos.
Esos días han quedado atrás. Mi sufrimiento ha pasado a la historia. Nunca más tendré que volver a pasar por ello.
Ahora la he encontrado a ella, y no pienso perderla. Jamás dejaré que se vaya de mi lado. Nunca.
Su voz es tan dulce cuando me pregunta: ¿Cómo puedo ayudarte corazón? ¿Qué te pasa mi niña? ó cuando me dice: Aquí tienes mi reina, ó Esto no te lo cubre, ó No lo tengo, vida, pásate mañana. Sólo de pensarlo me dan ganas de llorar. Cuánto cariño hay en su voz cuando me dice: No tengo cambio, ¿tienes suelto?, ó Mejor llévate paracetamol que te va a hacer menos daño al estómago...

Es alta, pero no mucho, lo suficiente para llegar a la estantería más alta donde almacenan el ibuprofeno. Delgada, pero sin exagerar, lo suficiente como para caber entre el mostrador y el armario donde guardan la insulina. Sus manos son suaves pero firmes, suficientemente firmes para arrancar el código de barras de las cajas de medicamentos y luego pegarlos con celo sobre las recetas. Lo hace tan bien... Su voz cálida pero potente, lo suficientemente potente para decirme: Son 7 con 35. Todo en ella es fascinante... Su bata... su bata blanca... simplemente increible...
A veces me descubro delante de la puerta de la farmacia. No sé cómo he llegado hasta allí, mis pasos, simple y traicioneramente han seguido ese camino hasta su puerta y allí estoy. Lo cierto es que no necesito nada, me encuentro perfectamente. Desde fuera observo cómo atiende a otras personas. Les sonríe mientras coge sus recetas, pero no me importa, no siento celos. Sé  que yo soy especial, que sólo a mí me mira de esa manera tan inequívoca, que sólo a mi me coge las recetas con esa delicadeza que la caracteriza. Sí, a mí me vende el Monurol sin receta... Sí, es la mujer de mi vida...
 
Entro y me mira con ese aire tan profesional... Me acerco...
-Buenos días, reina -me dice con esa voz tan de farmacéutica...
-Hola. ¿Tienes Monurol?
 
 

jueves, 20 de septiembre de 2012

Los cambios de estación

Leyendo el título me acabo de dar cuenta que quizá penséis que hablo de bajarme de un tren y de coger otro... Pero no, no es eso.
Cuando era pequeña, recuerdo que los cambios de estación se manifestaban por la temperatura del agua con que mi madre me dejaba lavarme la cara por las mañanas. Sí, quizá suene raro, pero así era. Así sabía yo cuándo se acababa el verano y empezaba el invierno, ó cuando se terminaba el invierno y empezaba el verano. Para mí, lo del 21 de septiembre, ó lo del 21 de junio no tenía significado alguno. Lo único que tenía claro, era que cuando mi madre anunciaba: Ya te puedes lavar la cara con agua caliente, que hace fresquito, es que había llegado el invierno, y que cuando decía: Ya puedes lavarte la cara con agua fría, que hace calor, es que era verano. Así de sencillo.
Supongo que me duchaba por las noches, y que por la mañana sólo me lavaba la cara antes de ir al colegio, porque no tengo más recuerdos que los de inclinarme sobre el lavabo (aunque supongo que por aquel entonces me ponía de puntillas para llegar más fácilmente), esperar a que mi madre abriese el grifo correspondiente y hundir las manos en el agua caliente (invierno) ó fría (verano) y laverme la cara con fruición. No siempre estaba de acuerdo con la temperatura elegida por mi madre, eso sí lo recuerdo. Había días en los que deseaba que el verano no hubiese llegado tan pronto, y con él el agua fría; yo por mi parte hubiese seguido un par de semanas más lávandome con agua calentita. Eso sí, cuando llegaba el invierno era genial, porque mi madre, igual de friolera que yo, consideraba que el agua caliente se podía empezar a usar ya casi desde septiembre... mmmm. 
Visto en retrospectiva, para mí no había ni primavera ni otoño, pero ¿a quién narices le importaba?

Ahora, más de treinta años después, ya no sigo ese ritual, casi lo había olvidado, no sé porqué me vino a la cabeza hace un par de días, y aunque ahora ya no me ducho por las noches, sino que lo hago por las mañanas, y lo de lavarme la cara cuando me levanto ya no tiene sentido, esta mañana (después de haberme duchado) he ido al lavabo, y ya sin necesidad de tener que ponerme de puntillas, he abierto el grifo, me he inclinado y me he lavado la cara... 
¿A qué no sabéis qué grifo he abierto?

viernes, 3 de agosto de 2012

¿Por qué corre la chica que corre?

No sé si alguien alguna vez la ha visto, pero es real, y aunque no dispongo de información gráfica que pueda demostrarlo, ella existe, lo juro.
No sé su nombre, no sé dónde vive, no sé quién es su familia ni de dónde viene o a dónde va, pero está ahí, presente en todos los momentos y todas las calles de Benidorm. Imposible, diréis, pero es así. Siempre está ahí. A cualquier hora. De día ó de noche.
Si bajas a la playa de poniente, la ves. Si vas al centro, la encuentras. Subes a Terra Mítica, ahí está, por Vía Parque. Quieres hacer la compra en Carrefour, te la cruzas de camino. Te acercas al Rincón de Loix a dar una vuelta y está. Por la zona guiri, también. En la cala, la adelantas con el coche...
Y digo yo... ¿no duerme? ¿nunca se sienta? ¿acaso se para alguna vez?
Simplemente increible.
A veces me pregunto por qué lo hace ¿estará entrenando para alguna competición? ¿habrá hecho alguna apuesta? ¿quiere mantenerse en forma? ´como decía el anuncio: ¿corre para tener sed?
No tengo respuestas, pero sin lugar a dudas se ha convertido en una parte importante de la ciudad. Ahora, cuando hablen de Benidorm, tendrán que decir: Visite sus playas, observe la impresionante skyline que se disfruta desde la montaña, vaya a Terra Mítica, salga por las noches a tomar una copa en Penélope, localice a la chica que corre....
Si alguno de vosotros se va a acercar a Benidorm (da igual cuándo, sea verano ó invierno) por favor, estad atentos. Mantened los ojos bien abiertos y podréis ver a la chica que corre. Sin detenerse nunca, surca las aceras y los paseos de Benidorm, con sus musculosas piernas, su pelo rubio recogido en una coleta que se mece a cada paso que da, y su semblante serio, como si le fuese la vida en ello. Es inconfundible.

Hay otras que corren, pero no son la chica que corre.

La foto que publico aquí, no le hace justicia. La realidad supera con creces la ficción.



Homenaje a la chica que corre

miércoles, 6 de junio de 2012

HE CAMBIADO

Como ya comenté en la entrada anterior, la vida me ha vuelto a poner en mi sitio. Los cambios me han perseguido y me han traído a este, mi lugar.

He cambiado el levantarme media hora antes de ir a trabajar, para levantarme dos horas antes.
El desayunar sentadita en primera línea de playa mientras el sol acariciaba mi cara, por desayunar de pie, en la cocina, con la legaña pegada al ojo.

He cambiado el ir al trabajo conduciendo (trayecto 10 minutos) por la carretera que bordea la desierta playa de las mañanas, con sus gaviotas curiosas paseando por los surcos que dejó el tractor limpia-playas la noche anterior, por el ir al trabajo conduciendo (trayecto 50 minutos) por la hambrienta M30, engullidora de coches de todos los colores y modelos, con su asfalto ardiente y sus apenas controlables níveles de polución.

He cambiado la brisa del mar, por el calor abrasador.

He cambiado la tranquilidad por el estrés.

He cambiado el pasear por la calle y no chocarme con nadie, por pasear por la calle mientras esquivo a todos los demás, que siempre parecen ir en dirección contraria.

He cambiado 5 minutos por 50, esperando en la sala del centro de salud.

He cambiado el ir andando a cualquier parte, por los viajes en el tren de cercanías. De pie, por supuesto, mientras intento hacer equilibrios con mi novela en la mano, embutida entre un chico con mochila (delante) y una señora con un bolso enorme (detrás).

He cambiado mi piso de allí, por el piso de aquí.

He cambiado mi ciudad, por esta ciudad.

En fin.... He cambiado mi sin tí por mi contigo.


lunes, 21 de mayo de 2012

DEL REVÉS ES DEL DERECHO

A veces la vida se tuerce tanto, que te vuelve a poner en tu sitio.

jueves, 3 de diciembre de 2009

¡¡¡¡Peloooooooooooooooooosssss!!!!


¡Dios! Si sólo me quedan 24 horas para que esté aquí y yo con estos peloooooooosssss.
¡NOOOOOOO! Y cuando digo pelos, digo pelos (no los de la cabeza precisamente) . Joder, pero ¿por qué nacería yo así? Más semejante a un primate que a una persona... Con los folículos pilosos bien surtiditos, sí, para dar y tomar tengoooooooo...
¿Y cuándo narices me voy a depilar para que crea que mi piel es tersa como el culito de un bebé? Cual terciopelo... como la seda más salvaje...
- Qué pantorrilas más suaves tienes, cariño -me dice... Joder, si supiese....
La cruel depilación cada vez que viene... y esta vez no me ha dado tiempo a ir al salón de belleza. Ale, que me toca hacérmelo en casa con el aparato del infierno ese, el Silk-epil mortal. Y no es de los modernos, no, es de los antiguos, de esos que te arrancan la piel junto con los pelos ¡Ay! Sufro de sólo pensarlo... pero es lo que toca... de momento. Uf, esto de tenerle engañao es terrible, pero ya se sabe... es lo que hay... pa que se crea que soy una mujer de bandera y eso... claro está. Con las piernas y las axilas (y otras partes de mi cuerpo) suaves, suaves... Hasta por lo menos los 3 primeros años.... entonces ya me puedo dejar de depilar, ¿no? Ya le tendré tan enganchao, que me querrá con pelos ó sin ellos ¿no? Digo yo... (¿ó era a los 4 años?, jo, no me acuerdo...)

¿Habéis visto el anuncio ese de la tele, creo que es de SANEX, en el que el hombre le besa la axila a la mujer con mucha delicadeza? Pues eso es lo que espero conseguir esta noche, una piel de ángel, que sólo espera a ser besada por él... mmm... qué bonito... y que ñoño... y que tiernoooo...
Pues sí, tengo 24 horas para pasar de tener "este" cuerpo, a tener el fantástico y suave cuerpo de los anuncios de la tele... totalmente imberbe.
Y sé que lo voy a conseguir, a base de sudor y lágrimas, eso sí, pero lo voy a lograr, y cuando él llegue nunca jamás va a saber que yo, sólo 24 horas antes, me asemejaba más a un orangután que a una persona... bueno, a no ser que lea esto claro está... Ejem.... que no tiene uno que creerse todo lo que se publica en los blogs, cielo, cariñito....

Eso, eso. ¡¡¡A Dios pongo por testigo, que yo nunca he tenido pelos!!!!!

viernes, 6 de noviembre de 2009

Intentando mantener el equilibrio...


A veces me siento como uno de esos funambulistas caminando sobre una cuerda floja. Abro los brazos y extiendo las manos con las palmas hacia abajo. Con las rodillas temblorosas adelanto un pie con mucho cuidado, y luego otro, y otro... Intento no mirar mis pies desnudos que desesperadamente se aferran a la cuerda vibrante. Cualquier mínimo error de cálculo podría hacerme precipitar al abismo que se extiende ante mí. Mejor no mirar abajo. Mejor seguir con la vista fija en cualquier punto frente a mí.
Ignorando los escalofríos que me recorren la espalda, las gotas de sudor frío que perlan mis sienes, el pequeño latido que ha comenzado a palpitar en mi párpado derecho... sólo sigo adelante.

Quizá con ayuda externa consiga mantener el precario equilibrio que me mantiene en la cuerda, que me mantiene cuerda. Quizá un paraguas abierto haga que mis rodillas dejen de temblar y no me suden las manos. Quizá si hubiese una red allí abajo... quizá la haya...
Quizá si me caigo... puede ser que esta vez no me duela tanto... ¿verdad?

miércoles, 28 de octubre de 2009

Jamás pierdo los papeles... nunca

Sé que he estado de un ñoño subido últimamente que pone los pelos de punta (incluso los míos, lo reconozco) Eso le pasa a uno cuando se enamora, dicen.. yo hacía siglos que no me sentía así. Había adoptado una especie de actitud entre cínica y fría de ver ciertas cosas... pero mira por dónde, hasta a los más incrédulos nos alcanza Cupido... chúpate esa...
En fin, que aún a pesar de estar colada por él hasta la médula sigo siendo persona, sigo teniendo ese carácter mío algo insufrible a veces y me sigue desbordando la ira muy de tarde en tarde... como hoy.
Y es que algunas actitudes de algunas, llamémoslas personas (por compasión), me sacan de quicio y consiguen que mi nivel de agresividad pase del Defcon 5 al Defcon 2 en cuestión de microsegundos. ¿Recordáis los tebeos que leíamos cuando éramos niños y alguno de los personajes empezaba a echar humo por las orejas y su cara adquiría un tono púrpura muy evidente? Pues así es como me he sentido hoy yo. Cabe decir que no puedo dar nombres, ni ceñirme muy claramente a los hechos, ya que puede ser que la persona protagonista de mi carácter iracundo se encuentre entre mis lectores... Sólo diré, que esta mañana al ver su estúpida e incompetente sonrisa dibujada en la cara señalando en mi dirección... de buena gana me hubiese levantado de la silla, hubiese cogido el teléfono y se lo hubiese estampado en la cara...
¡Qué agresividad! Jajajaja... y ¡qué satisfacción!
Ver como su estúpida sonrisa se borra tras un chorro de sangre que sale de su nariz rota... Jajajaja.... y golpear de nuevo, una y otra vez... más fuerte... más fuerte... Jajaja... hasta que no quede ni un sólo rasgo humano en su cara bañada por el rojo de la sangre y las vísceras... Yupiiiiiiiii


¡Dios mío! ¡Almagriss despierta!
Creo que tengo que dejar de beber tanta coca cola, ó volver a fumar... ó simplemente salir más, ó dormir mejor... ó yo qué sé...
Me asusto a mí misma...

(pero como vuelva a sonreirme mañana de la misma manera, prometo que le estampo el puñetero teléfono en la cara... ó le pego una patada en la barbilla, jajaja....)

viernes, 16 de octubre de 2009

No hay contornos


Esta mañana no había contornos, quizá por eso tu imagen en mi mente era tan nítida...
Me he levantado antes de tiempo, como siempre desde que te conozco. Padezco de un extraño insomnio que me obliga a dormir pocas horas y a ver amanecer todos los días... a veces veo salir el sol, otros días como hoy sólo veo jirones de nubes grises e informes cargadas de lluvia fría.
Como tenía tiempo de sobra me he ido antes al trabajo, mucho antes. Antes de que las farolas se hubiesen apagado y de que los coches con los que me cruzaba hubiesen desistido de usar sus luces mortecinas en este triste y solitario amanecer...
De pronto, esas nubes grises cargadas de lágrimas no derramadas han comenzado a llorar espasmódicamente empapando la calzada y mi coche con ella. Mis limpiaparabrisas (absurdo nombre... parabrisas... ¿no deberían llamarse paralluvias?) apenas si podían contener la fuerza del agua contra los cristales, y mi visión emapañada se empeñaba en dibujar contornos donde no los había.
He aparcado cerca, con tiempo de café y de horas extra. Pero no he abandonado mi coche. Me he limitado a apagar el motor y quedarme allí sentada en la cálida cáscara que esta mañana formaba mi envoltorio. A salvo de la lluvia y del frío. A salvo de los charcos y de las gotas enormes que siempre explotan sobre mi cabeza cuando carezco de paraguas en días como hoy.
He mirado a través del cristal sin ver absolutamente nada claro, todo era difuso mezclado con el agua que resbalaba ya sin freno, una vez apagado el mecanismo de los "limpias". Las casas sin contornos, la gente sin formas, los otros coches desdibujados... nada tenía su forma habitual. He cerrado los ojos y sólo te he visto a tí, tan nítido como siempre en mi mente, con los contornos bien definidos y sin difuminar. Bien perfilado, como tú eres. Como yo te veo aunque no estés... y así, con tu imagen clara y perfecta ante mí he dejado que pasasen los segundos, minutos tal vez, quizá fuesen horas, no sé... todo lo demás había desaparecido, arrastrado por la lluvia quizá...
Y he abierto los ojos, y nada tenía contornos excepto tú.

lunes, 5 de octubre de 2009

Ya no pago mis cafés

¿Sabéis lo que es ser la niña mona del barrio? ¿No? Pues yo sí. Lo sé de buena tinta. De primera mano.
Sí, soy la niña mona del barrio, la graciosilla que cae bien a todo el mundo y siempre regala sonrisas a los viejecitos/as, obreros/as, camellos/as y yonkis/as...
Y con esa mueca por montera, voy sorteando la vida y dejando que la luz de los demás me bañe, me ilumine en mi largo caminar (¿esto es de una canción?) y me llene por completo... ¿creéis que lo hago para hacer felices a los otros? Nooooo, que va.... En el fondo soy profundamente egoísta y egocéntrica, una persona avariciosa y codiciosa... ansiosa por recibir y acaparar. Sí, cuantas más sonrisas regalo, más me entregan libremente y sin coacción alguna. Más querida me siento y más beneficios saco de tanto curvamiento de labios. Lo dicho, egoísmo puro.
Desde hace meses no he conseguido pagar ni un café. Ni uno. Simplemente me limito a sonreír simpáticamente cuando entro en mi cafetería favorita... pedir un café y esperar (eso sí, con la sonrisa incrustada en la cara)... al ir a pagar... siempre hay alguien que ya ha pagado por mí.
-Te ha invitado Fulanito- me dice Pilar, la dueña. Yo miro al nombrado, y dejo que la sonrisa me llegue a los ojos por un momento, mientras le doy las gracias... Sé que acabo de hacer feliz a alguien, lo noto en su mirada... Y sé que mañana volverá para invitarme de nuevo... sabe Dios cuánto tiempo hace que nadie le sonríe así...
Así que me he convertido en la niña mona del barrio, esa que siempre tiene algo que dar... que se para un ratito y escucha las quejas de Doña Carmen, que cada vez está más achacosa... que deja que el desdentado Serafín que va ya para los noventa le dé un beso casto en la mejilla... que le ríe las gracias al pesado de Maxi a quien nadie soporta... que le regala cigarros a Pepe (ahora ya no, claro, soy una orgullosa NO FUMADORA)... en fin, que sonríe a diestro y siniestro...

DESDE QUE SONRIO, YA NO PAGO MIS CAFES.