lunes, 17 de marzo de 2008

Contra viento y marea...

Me sentía como el capitán de un viejo barco que navegase por aguas tranquilas. Una suave brisa agitaba mi cabello y brillaba el sol... Sí, así me sentía.
A lo lejos vi la tormenta acercarse, una tormenta de infinitas proporciones, parecía. Una de esas que se tragan a los barcos para llevárselos al fondo del océano.
Y yo, capitán de navío, osé enfrentarme a ella. Sin mirar atrás y sin preocuparme de mi carga o mi tripulación, viento en popa a toda vela, que diría Espronceda, me dirigí al hambriento mar. El cielo abrió sus puertas y una lluvia helada descendió sobre mi cabeza. Según me iba acercando, las olas parecían crecer por momentos. El timón se rebelaba y parecía no querer seguir mis instrucciones... Allá fui... A por la tormenta.
Dicen que las personas nos crecemos ante las dificultades, y esa parecía ser mi especialidad, cuánto más grande y peligroso el vendaval, más ciego era mi empeño por enfrentarme a él, aún a sabiendas de que podía salir perdiendo. Las olas superaban con creces el casco de mi velero y hacían crujir sin piedad la madera bajo mis pies, pero yo, osado como ninguno, desafíe a los elementos y me metí de lleno en el ojo del huracán, sabiendo que podía perder la vida, sabiendo que quizá saliese malherido de la experiencia... pero no dudé. Luché bravamente contra las fuerzas de la naturaleza mientras la lluvia se estrellaba contra mi cara y me impedía ver lo que sucedía a mi alrededor. La carga y la tripulación dejaron de importarme... Sólo importaba mi propia supervivencia y la tormenta que me plantaba cara y parecía burlarse de mi pequeño y valiente barco.
El enfrentamiento pareció durar siglos, siglos de inconmensurables esfuerzos y agotamiento... Creía que no podría soportarlo más. Cuánto más tiraba de mí la tormenta, más me empeñaba yo en salir indemne. Y ese tira y afloja pareció durar una vida, una vida entera... mientras el viento hacía zozobrar el barco y las olas arrasaban la cubierta...
Y cuando por fin decidí que había llegado la hora de rendirme, de dar media vuelta y abandonar esa tormenta a la que tanto temía, pero que tanto me atraía al mismo tiempo... Cuando tomé esa decisión y miré atrás, vi que mi precioso barco estaba destrozado... que habíamos sobrevivido... pero a qué precio... y cerré los ojos para no ver mi propia desdicha, quise no haber intentado jamás domar la tormenta... y lágrimas de desesperación me bañaron el rostro y se mezclaron con la lluvia. Era demasiado tarde. Mi osadía me había hecho creer invencible...
Me alejé lentamente, saliendo de la inconsciencia en la que me había sumergido mientras luchaba para no morir. Me alejé. Y una vez en la prudente distancia volví la mirada y la fijé en la ya lejana tormenta... Maldiciéndola y echándola de menos...al mismo tiempo... Y sucedió lo inesperado... vi otro barco acercarse... un barco como el mío, con un capitán intrépido al timón dispuesto a luchar para no morir... y quise gritar, quise advertirle que no lo hiciese que diese media vuelta y se alejase de allí, que sucumbiría o quedaría irreparablemente dañado como yo... pero mientras estos pensamientos revoloteaban por mi mente... acudieron otros más complejos... y deseé poder ser ese barco que iba a enfrentarse a mi tormenta, deseé volver y luchar... Una y otra vez... consciente de que sólo podía perder...
Y esta es la historia de una vida...

5 comentarios:

  1. que te puedo decir mi niña..
    que la vida es asi nos empeñamos en los casos perdidos por que no lo se seguramente por que si no seria demasiado facil no crees.. nada que estoy siempre detras por si caes o por si me necesitas... es que no puedo pensar con claridad por lo que tu ya sabes.. jajaja
    besitos a montones..
    te quiero..

    ResponderEliminar
  2. Es lo que nos pasa a las personas, que nos creemos que tenemos el barco mas grande y mas fuerte, y por eso nos enfrentamos a todas las tormentas que se nos pongan por delante, pero la mayoria de las veces el casco de ese barco no debido a su fragilidad, sino a su lucha constante diaria con la tormenta se debilita y eso hace que nos demos cuenta tarde de que nuestro barco esta roto.........
    Roto pero no hundido porque con el al fin y al cabo es con el que llegamos siempre a buen puerto, asi que si has salido de la tormenta, que en vez de que la lluvia te de en el rostro, que la luz del sol la ilumine y haga la ilusion para que entre todos tus marineritos te ayuden a reparar tu gran nave.
    Besitos marineros.

    ResponderEliminar
  3. bueno, veo que en cierta forma has empezado a reaccionar, sólo una cosa kiero que sepas, sigue adelante, no desfallezcaz y , ahora que has dado un gran paso hacia adelante, no vuelvas la vista atras, sólo para compadecerte de ti misma, sino que debes mirar siempre hacia adelante y sentirte orgullosa de ti misma..............

    Estoy aki para lo que necesites,siempre que quieras y..................si en algun momento sientes defallecer.......no vuelvas la vista atras, cuenta a hasta 100 y sigue pá lante,........que mejor que un blog para saber lo que sientes, lo que quieres y sobre todo, poder descubrir lo que no quieres....................

    ESTOY AKI X SI M NECESITAS

    NO LO DUDES...........

    ResponderEliminar
  4. arwen, gracias por estar detrás por si me caigo... aunque no puedas pensar con claridad. Gracias por llamarme, aunque no te coja el telfono... besos

    chamaco, besos para tí. y que aunque mi barco esté haciendo aguas... pues eso, que lo llevaré a calafatear y a seguir navegando... como tú.

    y para mi amigo/a anonimo... que gracias otra vez, que bastante me aguantas...

    ResponderEliminar
  5. demasiado profundo para una cosa tan pequeña como tú

    ResponderEliminar