Ya está bien de historias malintencionadas. ¡Qué jeta tenían los Grimm, Andersen y Perrault! ¡Cuentistas, más que cuentistas! Ni zapatos de cristal, ni polvos mágicos, ni espejos sinceros. Unos buenos Manolos, polvazos de verdad y elixires de la eterna juventud. Su encantamiento a través del relato no ha aguantado esta sobrecarga de realidad, pragmatisto y estrés. No hay vuelta atrás. Aunque en un momento de debilidad intentáramos hacer el ejercicio compasivo de adaptar el cuento a nuestro tiempo, no funcionaría. No saldrían ni el cuento, ni las cuentas. Te pongas como te pongas, los coches blancos son una horterada y un rubio vestido de azul celeste de arriba abajo también. Córtate las trenzas, tira la banda de miss al mar, regala manzanas para dormir a la competencia, fúgate con el lobo y date un baño de espuma con él. Recuerda: mientras las princesas duermen, las brujas vuelan.
Auuuuuuuuuuu... ¿me dejas ser tu lobo? Jajaja
ResponderEliminarMejor no, y no te acerques demasiado que tengo el arma cargada con balas de plata...
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